Capitulo 20
Huimos de ahí
cuando escuchamos las sirenas de la policía, mezclándonos con la gente que
corría por las calles.
Intenté seguirles
el paso a los chicos lo mejor que pude, pero, con los pulmones doliéndome y las
piernas temblando, a pocas cuadras mi cuerpo dejó de responder, derrumbándome
en el suelo.
-No puedo mas
–admití con un hilo de voz, agotada, y Pyró se acercó a ayudarme, revisando con
ojo medico.
-¿Qué le sucede?
-preguntó Tom, mirándonos aun con leve desconfianza.
-No tiene energía
-le explicó- necesita dormir o algo con cafeína…
-¿Serviría un bar?
-sugirió y señaló hacia el otro lado de la calle, allí a donde había un pub-
ahí tenemos uno. Tal vez podamos hablar más tranquilos -dijo y nos miró
fijamente, esperando alguna respuesta. Si tuviera que apostar, hubiera dicho
que prefería estar en una zona pública donde nos tuviera más vigilados, pero le
evadí olímpicamente, asintiendo.
-No tenemos dinero,
eso sí -le advirtió Pyró, rodeándome la cintura con su brazo y alzándome,
sosteniéndome con firmeza. Me sentí confusa por la ayuda, pero no estaba en
estado de comentar nada.
-No importa, yo
invitó –replicó Tom, haciéndonos cruzar.
El bar era alegre,
con varios grupos jóvenes festejando, por lo que no llamábamos tanto la
atención. Tom nos llevó a una mesa apartada y llamó a una camarera:
-A coffe, and three cokes -dijo y la
chica se fue- supongo que te gusta la Coca Cola ¿no? -le preguntó a Pyró, quien
asintió.
-Gracias -le dije y
él me hizo una seña con la cabeza como contestación.
La chica regresó
con rapidez con nuestras bebidas, pareciendo alargar su presencia mientras
sonreía coquetamente hacia Pyro. Aun así, se fue decepcionada, con él estando demasiado ocupado en
sostenerme como para notarlo.
-Bueno –empezó Tom,
cuando la moza se había alejado lo sufriente- retomando al tema que no pudimos
discutir antes, ¿Cómo saben mi verdadero nombre?
-¿Ahora no te
llamas Tom? -le pregunté extrañada y sorbí un poco de café. Un calorcito me
recorrió el cuerpo, recargando mis energías lentamente. Mi mirada se enfocó,
más lúcida y despierta.
-No, ya no
-contestó- me lo cambié hace algunos años.
-No creerás que somos
hombres de Marcus todavía ¿o no? –pregunté y el chico enrojeció, pero se
mantuvo serio y cauto.
-No, pero aún así,
Marcus no debe ser el único enemigo siguiéndome –declaró- lo que nos lleva a mi
pregunta de nuevo: ¿Cómo saben mi nombre?
-Te parecerá extraño,
pero nos lo dijo un hombre en Brasil… -comenzó explicar Pyró, pero Tom lo
interrumpió, inquieto.
-Es imposible,
jamás estuve en Brasil. Jamás le dije mi nombre verdadero a nadie… -murmuraba,
pero Pyró le interrumpió.
-Mira, es confuso
para nosotros también –le aseguró- tal vez sería mejor que te contemos nuestra
historia -le dijo, mirándolo fijamente- asi creo que lo entenderás todo…
Tom pareció
inquieto por unos instantes, pero asintió, relajándose. Pyró, entonces comenzó
a contarle todo, explicándole cual era nuestra misión y nuestras identidades.
Relató como habíamos terminado en la corte de las hadas y como allí habíamos
logrado conseguir su nombre, esperando que él nos ayudara.
Él se mantuvo en
silencio durante toda su explicación, escuchando atentamente. Cuando Pyró
terminó, pensé que iba a dejarnos, pero simplemente suspiró.
-Suponía que no iba
a ser el único -dijo.
-¿Único? -le
pregunté sin entender.
-Claro, que no
podía ser el único hijo de un espíritu -contestó y sonrió a medias. No pude
descifrar si estaba contento o decepcionado por la noticia.
-¿Cómo te llamas
realmente? -le pregunté.
-Me llamo Tomás
Marqués -dijo- soy oriundo de Yucatán, pero me mudé con mi tío hace varios
años.
-¿Dónde conociste a
Marcus? –le preguntó Pyró, con el mayor cuidado posible y el chico tensó los
brazos.
-Nos atacó a mí y a
mi madre cuando vivíamos en Nuevo México. Yo logré escapar, pero ella… -murmuró
y su voz tembló- mi mamá se sacrificó para salvarme. Me mudé con mi tío después
de eso.
Hice una mueca de
tristeza. Podía leer el dolor de sus facciones a medida que hablaba.
-Para mi
protección, mi tío Ed me hizo cambiar de nombre a Luke Terrence. Ese es el
nombre por el cual me conocen…
-¿Y tu padre?
–pregunté y el cerró los puños.
-Según mi madre,
era un espíritu –contestó, ambiguamente- espíritu del aire y los gases
ambientales.
Eso ya me lo
esperaba. Lo había deducido luego de haberle visto empujar a Marcus en el
viento hacía solo minutos.
-¿Tu madre era un
legado o descendiente? –le pregunté y él negó con la cabeza.
-Era humana por
completo. Cuando empezaron a aparecer los signos de magia y de mis poderes,
comenzó a buscar ayuda. Encontró a un hombre en Estados Unidos que controlaba
poderes similares y me llevó con él. Por ello nos mudamos a Nuevo México.
-Asi que sabes
controlar la magia –declaré y él se encogió de hombros.
-Poco en realidad.
Solo algunas cosas básicas que me sirvieron para defenderme… -declaró y movió
sus manos con inquietud- nunca me entusiasme demasiado con la magia o mis
poderes… -murmuró y pude adivinar por su tono que no le gustaba usarlos.
-¿Alguna vez
hablaste con tu padre? -le pregunto Pyró y el chico se tensó.
-No –respondió
firmemente- hace años pareció hablarme en sueños, pero no recuerdo lo que me
dijo.
Algo en su
expresión me dijo que mentía, pero no lo presioné. Yo sabía cuan preciosa era
la privacidad.
-¿Tampoco te ha
dejado algo? –pregunté y le mostré mi collar- ¿Cómo esto o una marca?
-Solo tengo esto
–dijo y se levantó la manga de su remera hasta el hombro, señalándonos una
mancha de nacimiento en formas de corrientes.
-¿La tuviste
siempre? –preguntó Pyró y el chico se encogió de hombros, volviendo a cubrirse.
-Desde que tengo
memoria al menos -contestó- de todas maneras es una simple mancha de
nacimiento. No hace nada en especial.
Pyró y yo nos
miramos. Sabíamos perfectamente lo que era tener algo que parecía inútil.
-Ustedes dijeron
que necesitaban mi ayuda –recordó Tom- ¿en qué?
-Realmente esperaba
que pudieras ayudarnos con nuestra misión –declaré- nos vendría bien un par de
manos extras…
El chico dudó,
jugueteando con sus manos para decidirse. Me hubiera gustado insistirle, pero
no pude hacerlo. Sabía perfectamente lo difícil que era lo que le estaba
pidiendo. Lo sucedido antes, solo lo confirmaba.
Entonces sentí una
voz familiar murmurando en mi mente, como si tuviera dos pensamientos dentro de
mi propia cabeza. Distraída y confusa, miré hacia la ventana y me llevé una
sorpresa al ver un pajarito golpeando la ventana del bar.
-¡Lon! –grité,
reconociéndolo, y algunos chicos se dieron vuelta para mirarme- ¿Cómo pudimos
habernos olvidado de él? -me levanté y tomé de la mano a Tom- tengo alguien a
quien presentarte -le dije sonriente.
Después de que Tom
pagara y me tomara lo que quedaba de mi gaseosa, arrastré a los dos chicos
afuera. Lon nos esperaba con cara de pocos amigos.
-¡Desaparecieron!
-nos espetó cuando salimos.
-Es… -murmuró Tom
estupefacto, mirando a Lon con la boca abierta.
-¡Sí! ¡Soy un
pájaro parlante! -completó Lon de mal modo- ¡pero eso parece poco importante!
Viendo que algunas
personas del bar todavía nos observaban con extrañeza, nos dirigí a todos a un
callejón que estaba cerca.
-Perdón, Lon -me
disculpé- es que nos atacaron y tuvimos que huir tan rápido que no pudimos
avisarte a donde nos íbamos.
-Además, Alma
estaba demasiado agotada para localizarte -agregó Pyró.
Lon nos miró con
desconfianza, todavía con la cabeza alzada en aire ofendido.
-¿Quién los atacó?
-preguntó.
-Un hijo de la
oscuridad, con unos hombres -le dije y Lon abrió muchísimo los ojos.
-¿Y salieron vivos?
–preguntó, sorprendido, y Pyró y yo lo miramos con una mueca- eso no es fácil
-se rectificó.
-Tuvimos un poco de
ayuda, claro -dije y atraje a Tom hacia nosotros, quien había tomado distancia
hasta el momento- Lon el es Tom, es un hijo del aire -le dije y el pajarito
abrió tanto los ojos que parecía que se le iban a explotar.
-¡Encontraron a un
bendecido! –exclamó feliz y revoloteó hasta estar a su altura- soy el protector
de Alma, es un honor conocerte –declaró, contento, pero Tom le miraba
receloso.
-Claro… mucho gusto
–murmuró, dando un paso disimulado hacia atrás.
-¿Y vos dónde
estabas que tardaste tanto? -le preguntó Pyró a Lon, arqueando una ceja.
El pajarito se puso
nervioso.
-¿De qué hablas?
-le preguntó, intentando disimularlo.
-Tardaste diez
minutos en sobrevolar todo Londres y encontrarnos, pero tardaste más de una
hora en volver ¿Qué pasó que te detuviste tanto? -le preguntó Pyró, cruzándose
de brazos.
Lon se puso tan
nervioso que parecía a punto de explotar.
-¡No estaba
haciendo nada malo! -se defendió y miró al piso, inquieto.
-¿Lon que sucede?
-le pregunté, notando el cruce de emociones que lo invadía como si fueran
propias.
Él me miró
entristecido y luego de un suspiro, respondió:
-Encontré a mi
familia Alma -dijo y me miró- estaban aquí.
-¡Pero eso es
genial! –exclamé, pero él negó con la cabeza. Los chicos nos miraban sin
comprender, pero ahora no tenía tiempo para explicarles.
-Aun están
enfadados porque los abandoné y no volví con ellos -dijo tristemente- no
quieren tenerme cerca. Hasta mi Roni no me quiso ver…
-¿Quién es Roni?
-le preguntó Pyró, harto de tanto misterio.
-Mi esposa -le
respondió.
-¡¿Sos casado?!
-exclamamos Pyró y yo al mismo tiempo.
-También soy padre
-admitió, pareciendo contento por un instante, pero la sonrisa se esfumó con
rapidez.
-¿Está bien que no
entienda nada? –se metió Tom, con los ojos bien abiertos, y me sentí
abochornada. Por unos segundos me había olvidado que él estaba con nosotros.
-Luego te lo
explicamos -le dije y acaricié a Lon- ahora debemos irnos a un lugar seguro…
-dije y le miré- si es que quieres acompañarnos, claro… -dije y le miré,
interrogante.
-Todavía tenemos
más cosas de las que hablar –declaró- podríamos ir a mi casa, pero es demasiada
pequeña para tanta gente…
-Yo sé de un lugar
donde podemos ir -anunció Pyró y al mirarlo noté los nervios que le recorrían,
a pesar de que se las arreglaba para sonreír- pero vas a tener que pagarnos el
viaje Tom.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario