La Hija del Rayo - Capitulo 12





Capitulo 12 

Aparecimos al pie del árbol, tambaleándonos al sentir tierra firme bajo nuestros pies.
-Wow… -escuché decir a Pyró, agarrándose de un árbol para no caerse. No podía culparlo. Mis piernas se sentían como gelatina, pero me esforcé por enderezarme. Un viento helado sopló a mi dirección, calándome hasta los huesos. El ridículo vestido no cubría gran parte de mi cuerpo, por lo que temblaba de pies a cabeza. Solo las enredaderas parecían protegerme, siendo mis brazos lo único que no se estaba congelando.  
Ryan estaba tenso y preparado, con su espada desenvainada y un escudo en su otro brazo.
-Este frío no es común –comentó- algo oscuro debe estar interfiriendo en el ambiente. 
Pyró había sacado su arco, atento a cualquier ruido.
-¿En donde han pasado más cosas? -preguntó a Ryan.
-Cerca del río, -señaló- por aquí –dijo, haciendo que le siguiéramos a través de la espesura.
-¿Tienen alguna idea de lo que puede ser? -le pregunté y él negó con la cabeza.
-Nadie lo ha visto.
-Están llenos de información -comentó Pyró con sarcasmo y le di un codazo en las costillas- ¿Qué? –se quejó y yo me llevé el dedo a la boca, como para hacerle entender que se guardara sus comentarios.
Caminamos cerca de unos diez minutos hasta llegar al río. Parecía pacifico y tranquilo, al igual a la noche. Hasta los animales estaban silenciosos, cosa que me parecía sospechosa.
-¿No les parece que todo está muy tranquilo? -les pregunté.
-Tal vez tengas razón -me dijo Pyró.
Nerviosa, invoqué a mi lanza, agarrándola firmemente con las manos.
Revisamos el area con solo el sonido de la corriente llenando el silencio sepulcral que nos rodeaba. Investigaba cerca de las piedras cuando sentí una respiración en mi espalda, helándome la piel. Me di vuelta asustada, pero no había nada.
-¿Qué ha pasado? – me preguntó Ryan, acercándose para asistirme.
-Alguien… algo ha suspirado en mi espalda… -balbuceé, mirando entre los árboles, pero solo las sombras parecían habitar la selva.
La expresión de Pyró se hiso más tensa, cargando una flecha en su arco. Seguimos revisando unos segundos más, cuando Ryan también se dio vuelta rápidamente, lanzando un tajo al aire.
-¡Algo ha respirado junto a mi! -gritó.
Sentía como mi cabello se iba erizando poco a poco, como si sintiera algo maligno alrededor. Apreté los dedos alrededor de la lanza, lista para cualquier ataque.
Pyró se dio vuelta y lanzó una flecha hacia un árbol, pero esta se clavó inofensivamente en el tronco.
-¿Qué es eso? -pregunté.
-Creo que es una Sombra -murmuró Pyró.
-¿Una Sombra? -le pregunté- ¿literal?
-Es una creación de los hijos de la oscuridad. Tienen forma humana, pero pueden volverse intangibles o sólidos según les convenga… -explicó.
-¿O sea que pueden volverse invisibles si quieren? –pregunté, mirando con recelo todo lo que me rodeaba.
-Sí -dijo Pyró y nos sobresaltó el grito de Ryan. Algo invisible le había golpeado, lanzándole al suelo y haciendo que perdiera su escudo.
-¡Ah! –gritó, al ver que era arrastrado por la corriente.
Una flecha voló hacia sus pies, pero no dio a nada; dejándole libre para que se parara farfullando. 
-Hay que hacerlo visible -dijo Pyró, chasqueando la lengua.
-¿Alguna idea? -pregunté, cuando sentí una mano agarrando mi brazo. Me giré con mi lanza preparada, pero algo invisible la detuvo, usándola para impulsarme por los aires, cayendo en el río.
-¡Grey! –gritó Pyró, pero no tuve tiempo para contestar. Unas manos me presionaron el pecho, hundiéndome en el agua. La desesperación me invadió, alzando mis brazos frenéticamente para empujar a esa fuerza invisible, pero sin encontrarla. Ni siquiera podía respirar, apenas logrando sacar la cabeza por encima de la superficie.
Ryan apareció y lanzó un tajo por encima de mí, pero no le dio a nada. Lo que sea que me había querido ahogar, había desaparecido, dejándome farfullando en el suelo.
Pyró llego junto a mí corriendo, ayudándome a pararme.
-¿Estás bien? –preguntó y yo tosí, sintiendo todavía al agua helada deslizándose por mi garganta.
-Si… -murmuré y él hiso una mueca.
-Quédate acá –me pidió y salió corriendo río abajo, buscando algo en la corriente.
El cuerpo me temblaba como una hoja, con el viento helado soplando sobre la piel húmeda, congelándome. Recuperé mi lanza, cuando sentí algo removiéndose a mi lado. Me puse en guardia, pero sabía que no serviría de nada. Estábamos ciegos, peleando contra la nada misma.
-Pyró, ¡si tenes algo planeado, ahora es el momento! –le grité, dando unos pasos hacia atrás.
Entonces una luz nos alumbró, dejándome ciega por un instante. Entrecerré mis ojos y vi a Pyró parado cerca de la costa, usando el escudo de Ryan para reflejar la luz de la luna que escapaba entre las hojas de los árboles. 
Entonces el movimiento frente a nosotros se incrementó, cambiando el curso del agua que corría junto a nuestros pies. Giré y finalmente vi a nuestro enemigo.
Era una figura humanoide, pero era totalmente negra, solo pudiéndose ver sus rasgos desde el perfil. No tenía boca, ni tampoco parecía tener nariz, pero sus ojos rojos eran suficiente para helarme la piel.
Rápidamente, lo ataqué, pero el arma lo atravesó como si fuera aire. Atrapó la lanza y la alzó por sobre su cabeza, usándola de palanca para tirarme hacia delante. Ryan le atacó por la espalda, pero la hoja ni siquiera lo inmutó, lanzándole una patada que lo arrastró por la corriente hasta estrellarlo contra una roca.
-¡Resiste! –me gritó Pyró, queriendo ayudar, pero no podía usar su arco sin bajar el escudo.
La sombra se dirigía hacia Ryan, dispuesto a atacarlo, asi que agarré una piedra y se la lancé a la cabeza. Esta lo atravesó como si fuera humo, pero al menos logré que me prestara atención. Comenzó a atacarme, obligándome a retroceder por el río para evitar sus golpes. Cuando uno de sus puñetazos rosó mi rostro, mi cuerpo actuó por si solo, girando la lanza y golpeándole con el mango, haciendo que se tambaleara hacia atrás. Casi podía sentir su incredulidad al haber sido atacado, pero sus ojos brillaban de odio mortal.
Más rápido de lo que esperaba, volvió al ataque, lanzando golpes tan duros y peligrosos que apenas podía defenderme.
-¡Cuidado, Grey! –escuché gritar a Pyró, pero me descuidé demasiado. Cuando intentaba defenderme, agarró mi lanza, arrancándola de mis manos de un solo tirón. Ni siquiera tuve tiempo de dar un paso atrás. Lo siguiente que sentí fue su mano apretando mi cuello.
Sentía mi pecho doliente, aullando por el oxigeno que no llegaría. Quería golpearlo e intentar liberarme, pero los brazos no me respondían. Sentía la sangre concentrarse sobre mi cuello, sin poder circular frente a la fuerza que ejercía. Hasta mi voz estaba extinguida, solo pudiendo emitir un áspero raspón con mis cuerdas vocales. Los últimos vestigios de oxigeno comenzaban a extinguirse, cuando una flecha azul le atravesó la cabeza y la sombra explotó en cientos de pedacitos negros. Sin la presión de su mano, me derrumbé en el agua, sin fuerzas para mantenerme parada. Farfullé, tomando una gran bocanada de aire.
Sentí un chapoteo a unos metros, y Pyró apareció frente a mí, con el arco colgando en su mano. 
-¿Estás bien? –me preguntó agitado y yo asentí, levantándome algo mareada. 
-Sí, gracias… -contesté, agarrándome el cuello. Aunque la sombra se hubiera destruido, todavía podía sentir sus dedos apretándome. Pyró me observó con cuidado, casi esperando a que me desmayara, pero finalmente se volteó hacia los pedazos cristalinos de la sombra, agachándose para observarlos.
-Esto es inusual –murmuró, removiendo los pedazos con la punta de una flecha, con expresión ceñuda.
-¿De qué hablas? -le pregunté, acercándome.
-De eso -dijo y me señaló al montoncito. Una energía morada, como humo, se desprendía de los pedacitos, juntándose en el centro hasta evaporarse en el aire- no era una sombra de verdad –masculló furioso, parándose.
-¿Cómo que no era de verdad? –pregunté, sin comprender.
Ryan se acercó. Parecía culpable, acercándose con cuidado. No lo culpo. Pyró parecía lo suficientemente furioso como para hacer que el rio entero se volcara en la selva. 
-Lamento todo lo sucedido. Solo estaba cumpliendo órdenes… -murmuraba.
-¿Lo sabías? –le interrumpí, furiosa, pero antes de que Ryan pudiera abrir la boca para defenderse, Pyró se había metido entre nosotros como una flecha, agarrándole de la armadura.
-¡Suéltame! –ordenó Ryan, pero Pyró no se inmutó.
-Fue un plan de la reina ¿Verdad? -le preguntó.
-Debíamos hacerles una prueba –se justificó- ¡ustedes aceptaron a hacer lo que sea! –nos acusó y Pyró lo empujó con expresión asqueada.
-Tenemos asuntos que arreglar -dije y él asintió.
-La reina nos debe un par de explicaciones...

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