Capitulo 5
Cuando me encerré en mi habitación, el pesar que
había estado sobre mis hombros desde la mañana se propagó por todo mi cuerpo;
como si solo me hubiera abandonado por unos minutos, solo para derrumbarme
después.
Las cosas allí seguían igual que antes. Mi compañera
aun no aparecía y aquel lugar todavía era un ambiente extraño y desconocido. La
caja aun estaba sobre mi cama.
El impulso fue más
grande que mi control y pronto estuve sentada mirando su contenido.
Dentro había varias
cosas sin importancia, humeantes y machadas por hollín, pero mis manos se
guiaron solas hacia un portarretratos, ocultó bajo unos cuadernos. La foto era
de mi papá y yo cuando tenía cinco. Habíamos ido de vacaciones a la playa, por
lo que el mar servía de paisaje. Mi papá tenía arena en el cuello y en el pelo,
pero sonreía a la cámara conmigo en sus hombres. Yo reía como loca, agarrándome
de su cabeza.
Sentí lágrimas
mojando mis mejillas, pero ni siquiera intenté limpiarlas. Lo extrañaba
muchísimo y no saber donde estaba, me estaba matando. Simplemente no podía
quedarme con los brazos cruzados, sin hacer nada por encontrarlo. Me importaba
muy poco si estaba lista para hacerlo o no.
Sin ni siquiera
pensarlo dos veces, salí corriendo hacia la oficina de Will.
Me tomó unos
segundos extrañamente. Recordaba vagamente que Lon me lo había señalado al
pasar, asi que simplemente me guíe. Ni siquiera toqué la puerta. Entré como un
torbellino y me quedé helada, con las palabras atoradas en la garganta.
Ahí estaba Will,
claro, pero no estaba solo. Estaba con Pyró, quien me miraba fijamente.
-Hola Alma -saludó
el primero, amablemente.
Al instante
reaccioné y me limpié las lágrimas de la cara, pero supe que no había engañado
a ninguno de los dos.
-Quiero buscar a mi
padre. Ahora -casi ordené, sin dejarme amedrantar.
Will me siguió
mirando con amabilidad, lo cual me descolocó.
-Alma tu padre fue
secuestrado por orden de un espíritu de la oscuridad. Lo tiene porque quiere
que vayas a buscarlo -dijo Will mirándome a los ojos- no estás preparada y
apenas puedes manejar tu magia. Probablemente le usaran para que hagas algo por
ellos o peor, matarte ¿entiendes el riesgo de lo que estas pidiendo?
No dudé ni un solo
instante, dije que sí.
-Miré, sé todo lo
que me dijo. Pero no puedo quedarme con los brazos cruzados. Necesito ir a
buscarlo y, sinceramente, no me importara si tengo que escaparme de acá para
hacerlo –declaré, mirándole furiosa. Esperaba una discusión, una típica frase
sobre el peligro que conllevaría, pero para mi sorpresa y hasta para la de
Pyró, el asintió y me sonrió. Me quede shokeada. Esperaba discutir un rato más,
hasta habiendo preparado cientos de argumentos para justificar mi necesidad.
Nunca me hubiera esperado que me dijeran que sí tan fácilmente.
-Si es así, Alma
puedes ir a buscar a tu padre –dijo- pero… no puedes ir sola.
El argumento me
tomó por sorpresa, observándole con cuidado.
-¿Con quién…?
-Con Erik -dijo y
una chispa se encendió dentro de mí.
-¡No! -dijimos los
dos al mismo tiempo.
Él nos miró a
ambos, con la ceja arqueada, logrando que nos sonrojáramos.
-Erik es el mejor
luchador y hechicero que tengo. Sabe lo que tienen que hacer para encontrar a
tu padre y cómo hacerlo. Además ¿no era lo que me pedías recién Erik? ¿Entrar
en acción?
Él parecía a punto
de discutir, pero terminó mirando al suelo, enfadado.
-Pero no con ella…
-lo escuché murmurar.
-Yo tampoco quiero
ir con el -dije.
-Parten a la mañana
-dijo Will, como si no nos hubiera escuchado, y se fue, dejándonos a los dos
con las palabras en la boca.
-¡Espera! –gritó
Pyró, saliendo a su persecución- ¡Espera, Will! –grito, dejándome sola en el
despacho, para lamentarme de mi mala suerte.
-Genial… -suspiré,
saliendo de nuevo hacia mi habitación.
La mayoría de los
chicos se encontraban cenando, pero yo estaba demasiado ansiosa como para
comer. Mi compañera no había llegado a mi habitación todavía, asi que supuse
que a lo mejor sería una visitante.
De todas maneras,
no tenía cabeza para preocuparme por eso. Al instante me dispuse a arreglar
todo para el día siguiente, encontrando una mochila entre la ropa que me
dieron. Rápidamente puse unas cuantas mudas de ropa y todo lo creí necesario.
Estaba ansiosa, con
las manos temblando, pero a la vez tenía algo de miedo. No lo iba admitir
frente a Pyró o Will, pero no tenía ni idea de lo que iba a hacer o como. No
tenía entrenamiento, no sabía a donde tenían a mi padre y tampoco estaba
capacitada en magia como para usarla, o siquiera entender que era. De cierta
manera, estaba a la deriva en un mar de peligros, solo con el odioso chico para
guiarme, algo que no hubiera imaginado ni en siglos.
Tenía miles de
preguntas para hacer, pero no estaba segura a quien acudir. Iba a ir a buscar a
Will para preguntarle todo, pero, al recordar sus sonrisitas, deseché la idea.
Iba a descantarme con Ana y Nico, cuando se me ocurrió una idea mejor. No
estaba segura de que fuera a funcionar, pero lo intenté.
-¡Lon! -grité.
Una flecha gris
atravesó la ventana y se posó en mi cama, mirándome ansioso.
-¿Qué necesitas?
¿Ayuda? ¿Queres que te acompañe a algún lado? -comenzó a preguntar
atolondradamente, mareándome, y levanté las manos, pidiéndole un tiempo
fuera.
-Tranquilo, Lon,
-le pedí y el pájaro se esforzó para mantener la boa cerrada- solo quiero
hacerte unas cuantas preguntas ¿está bien?
El asintió con
energía.
-Bueno, primero
¿Cómo se supone que hago magia? -le pregunté.
-Los espíritus son
seres mágicos. Su magia es del tipo elemental, fundamentalmente, pero dominan
todas las aéreas. Sus descendientes, lógicamente pueden manipularla, claro que
a un nivel menor –me explicó Lon.
Bien, eso me había
aclarado prácticamente nada.
-Claro… -dije- ¿de
donde viene la magia?
-La magia coexiste
en el ambiente de la tierra. De alguna manera es como oxigeno, alimentando a la
naturaleza para su supervivencia. Por ello, es relativamente fácil para los
descendientes manipular los elementos, ya que se basan en magia ¿entendes?
–preguntó y asentí, intentando procesar toda esa información.
-Pero no lo
entiendo, ¿Cómo se supone que hago magia? ¿Existen libros de hechizos o
palabras mágicas? –pregunté y Lon soltó una risita.
-No hace falta eso.
La magia se manipula con el pensamiento. Concentras una cantidad suficiente y
la manipulas para que haga lo que desees… -explicó.
-Y eso podría ser…
-murmuré y el pajarito abrió los ojos, como si abarcara millones de cosas.
-Aparecer objetos
de la nada, tirar bolas de energía, mover objetos, cosas asi... Algunos
descendientes tienen especialidades, teniendo afinidad con alguna actividad en
particular -dijo Lon.
-¿O sea que ahora
podría concentrar la magia para aparecerme un televisor? –pregunté y el pájaro
ladeó la cabeza, considerando la idea.
-Es posible, pero
solo la invocarías de algún lugar en particular. No estarías creando uno. Solo
los descendientes del Ether tienen la afinidad suficiente como para crear
objetos –dijo y yo asentí, comprendiendo la idea.
-¿Y lo de los
dones? -pregunté.
-Eso es más
complicado –admitió Lon- de cada generación de descendientes, solo un chico o
chica recibe el don de controlar el elemento natural de donde proviene. En
general los hijos directos son los que lo reciben, pero no existen muchos, por
lo que suelen elegir a un legado. Los demás pueden, si son hechiceros grandes,
tal vez utilizarla, pero no pueden crearla, solo transformarla -dijo Lon.
-O sea que un
descendiente de la tierra no podría crear tierra de la nada –declaré y el
pájaro asintió.
-Solo podría usar
la tierra que tiene a su disposición. Es más fácil para algunos elementos que
otros, pero la idea se mantiene –explicó, y me miró con timidez- hay pocos con
dones en la escuela. Hasta ahora, Erik es el único. Hijo del espíritu del agua.
Hice una mueca,
lanzando un bufido. Si eso era cierto, significaba que el chico sería mi
compañero de batalla, algo que no me agradaba, precisamente.
-¿Por qué es tan
importante que sea la hija del rayo? -pregunté.
-Los demás
elementos, como el agua, el fuego, la luz y los demás, fueron concebidos para
dar vida. Hasta la oscuridad es necesaria para un correcto balance de la
naturaleza, pero el poder del rayo fue concebido con otro propósito. Una
tormenta es más castigo que bendición… -murmuró, como si la idea fuera
divertida.
Se me hiso un nudo
en la garganta. Era la castigadora.
-Asi que soy mala
–apunté y Lon pareció entrar en pánico.
-¡No! -se apuró a
decir, sobresaltándome- es solo que al ser tu poder de otra naturaleza, en la
batalla serás muy poderosa. Los hijos del rayo siempre han sido luchadores
natos, rápidos y tácticos a la hora de actuar –dijo y evité hacer una mueca.
Luchadora nata y táctica no eran precisamente las palabras que usaría para
describirme.
-¿Y cuál es lo
segunda razón? –pregunté.
-Al ser mitad
humana, mitad espíritu, tu afinidad para la magia y tus habilidades son aun más
poderosas que las de un descendiente común –explico y casi podía atisbar una
sonrisa en su rostro.
-Está bien, creo
que entiendo esa parte –declare, pero aun tenía más preguntas- cuando me
atacaron, ese tipo llamo a mi padre curandero ¿Qué significa?
-Tu papa era hijo
de un espíritu río, lo que significa que tiene canalizado dentro suyo el poder
del agua. La mayoría de los niños agua tiene habilidades curativas. Tu papá las
tenía a mares -dijo Lon y me miró.
Sentí un sabor
agrio bajando por mi garganta. Mi padre jamás me había contado nada de todo
esto, manteniendo más secretos de los que pensaba. Y ahora, estaba perdido.
-Dijiste que los
descendientes teníamos más habilidades que solo la magia ¿Qué mas hay?
–pregunté, intentando enfocarme en otro tema.
-Los descendientes
tanto como los hijos son más fuertes y rápidos que los humanos corrientes,
teniendo también reflejos mucho más desarrollados –explicó- además, los
descendientes tienen una especie de mente colectiva, conexiones entre sus
ancestros que trasladan conocimientos: técnicas de pelea, conocimientos
mágicos, de todo –me miró- gracias a ello, pudiste mantenerte viva en la pelea
en tu casa –declaró y yo hice una mueca. Recordaba perfectamente bien como no
me habían ayudado a defender a mi padre.
-Se hace tarde
–observó Lon, mirando hacia la ventana. La noche ya se había vuelto oscura y
densa, con pocas estrellas iluminando- debes descansar. Tenes un largo día
esperándote mañana –declaró y agitó las alas, levantándose en vuelo.
Iba a pedirle que
se quedara, pero el pájaro no tardó en desaparecer en la oscuridad de la noche,
veloz como un rayo.
-Gracias –murmuré,
cerrando las ventanas.
Me senté en la
cama, apoyando la cabeza en la pared. Dormir me parecía una idea imposible
luego de todo lo que había pasado. Era demasiada información circulando por mi
cabeza, demasiadas cosas de que preocuparme, demasiados rostros nuevos…
simplemente demasiado.
Aun así, saqué las
cosas de mi cama y me acosté, pensando que me iba a quedar despierta toda la
noche, pero, al minuto de apoyar mi cabeza en la almohada, me quedé dormida.
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