Cuando el Rayo Cae - Parte 13





 Capitulo 13





El siguiente minuto fue una completa confusión. Gabriel y Leian exclamaron el nombre de John. Él dijo el nombre de Derek. Lara sacudió la cabeza, perdiéndose de vista cuando Gabriel avanzó para estrechar a su amigo y Derek río.
-¡Hombre, me siento tan aliviado! -exclamó, separándose de él para sonreírle,- por un instante creí que había perdido a mi mejor amigo -comentó.
-Sí, yo también -murmuró John, haciendo que el chico soltara una risa. Él miró hacia Leian, queriendo captar su mirada, pero no podía descifrar que le pasaba por la mente. Era como ver una alfombra e intentar concentrarse en el recorrido de un solo hilo. Como querer leer un mensaje que la lluvia emborrono. Mareante, complicado e imposible.
La chica solo se le había quedado observando, su rostro plano, su cuerpo rígido, sus puños apretados. Si John hubiera tenido que apostar, hubiera dicho que parecía haber visto más a un fantasma que a él.
Pero entonces estaban sus ojos. Esos ojos llenos de tormentas que ahora parecían haberse templado, luchando por mantenerse furiosos.
John odió no poder entenderla. Hubiera sido sencillo si al menos pudiera leer sus emociones. Al menos no se sentiría como si tuviera que volver a la habitación y acostarse como si estuviera en penitencia.
-¡Festejen! -les encomendó Derek, sonriendo- al menos mientras todavía puedan -dijo y sus ojos hirieron a John, haciendo que llevara su mano a su estomago como para asegurarse de que el cuchillo no seguía ahí.
Leian miró al legado enfurecida, sus ojos chispeando mientras lo observaba con desagrado.
-Cállate -le espetó- vos sos quien está atrapado, no nosotros -le recordó.
-¿Esta segura de eso, oh, gran Espíritu? -preguntó, haciendo que la mirada de la chica se agudizara.
-¿Qué está haciendo él aquí? -preguntó John, repiqueteando los dedos con nerviosismo- ¿Por qué lo trajeron?
-Leian lo desmayó cuando te atacó -explicó Gabriel, cuya jovialidad se esfumó por completo al mirar hacia el legado del fuego- no sé porque, pero ella estaba segura de que si lo interrogábamos, iba a ayudarnos…
-Claro que no han tenido suerte -comentó Lara, apoyada contra el marco de la puerta.
Derek se había girado hacia el Espíritu del Rayo, mirándola con diversión.
-¿Los deja que la llamen Leian, señora? -preguntó, con burlona actitud servil- que extraño de un Espíritu, permitir que los mortales la traten como una igual… ¿o acaso le interesan estos humanos? -preguntó y la chica se envaró como si le hubieran propinado una bofetada. Sus puños se apretaron, con John incluso viendo corrientes chispeando sobre ellos.
Derek la había retado, eso lo entendía por completo. Tal vez solapadamente, como si fuera una acción involuntaria, pero lo había hecho. Le había echado en cara la relación que tenía con ellos, a conciencia de las normas que exigían a los Espíritus a mantenerse lejos de los humanos. Había sido como oír a la misma magia reprendiéndola por su imprudencia.
-Espíritu del Rayo se vuelve demasiado largo -replicó John, metiéndose para relajar el ambiente- ¿Qué quieren saber de él?
-Debemos saber los avances de mi hermano -contestó Leian, su voz firme y dura- tengo que saber cuan adelantado está en la búsqueda y sé que él nos puede ayudar a conocer los detalles.
-No lo sabrá -le contestó Derek, sonriéndole ampliamente- no soy estúpido como para traicionar a mi amo.
-Negarte a mí tampoco es inteligente -le espetó la mujer, sus ojos acerados antes de volverse hacia John- como veras, no hemos tenido suerte en sacarle nada.
El chico hizo una mueca, mirando a Derek mientras él se retorcía de felicidad al verlos luchar. Era evidente que estar ahí no le resultaba una molestia en lo absoluto, feliz de tener la oportunidad de plantar la cizaña.
-Mmm, Leian, Gabriel, ¿podrían salir un momento para hablar? -preguntó y miró a Lara,- podes vigilarlo, ¿verdad?
-A veces haces preguntas estúpidas, hermanito -comentó la chica, sacudiendo la cabeza y haciendo que su pelo se agitara con salvajidad- claro que lo hare.
-Cuidado -la apremió Gabriel antes de salir, recibiendo un revoleó de ojos como respuesta.
-¿En que demonios estaban pensando? -les preguntó al instante en que se aseguró que nadie los escuchaba- ¿Qué les hizo creer que iba a cooperar?
-Dios, John, dos horas abajo y volves con todas -comentó Gabriel, sonriendo pese a todo, y el chico lo fulminó con la mirada, volviéndose hacia Leian. La chica lo recibía con los brazos cruzados, evidentemente habiéndose esperado aquello.
-No me mires así, John Grey, -le espetó, el chico sintiendo un pinchazo molesto al oírse llamado así- sabes que era nuestra mejor opción para descubrir más sobre los planes de mi hermano…
-¿Honestamente? No lo creo -replicó el chico- a este paso él lo sabrá todo de nosotros que al revés. Es peligroso y no quiero tenerlo cerca…
-¿Crees que nosotros sí? -le preguntó Gabriel, ahora casi ofendido- ¿sabes lo mucho que me tengo que controlar para no romperle la cara en este momento? Es un maldito suplicio… -chasqueó la lengua, agitándose nervioso- y ni siquiera creas que fue más sencillo para Lara. Ella también quería matarlo apenas Leian lo trajo…
-¿Y dejaste que se quedara con él? -preguntó John, ahora inquieto. Sabía que Derek tenía otras armas más allá del fuego y sus cuchillos. Su lengua era tan letal y peligrosa como una hoja afilada y Lara no era una persona tranquila. Enfurecerse estaba en su naturaleza. John no podía imaginar lo que sucedería si Derek decía la cosa incorrecta, inquietándose.
Aun así, Gabriel no parecía demasiado preocupado por ese aspecto, encogiéndose de hombros con gesto despectivo.
-¿Qué querías que hiciera? -preguntó- yo tampoco hubiera servido de mucho ahí adentro y, honestamente, no estoy seguro de si me sentiría culpable si algo en realidad pasara -dijo con dureza y John hizo una mueca. Esa actitud, poco visible de Gabriel, era la única que tenía en contra cuando decidió buscar un sucesor. Cuando se trataba de personas cercanas, él era vengativo, no teniendo remordimientos para dar el castigo que él creía correcto a cada una de las personas que querían lastimarlas. Esa actitud se agravaba con Lara, volviéndose un verdadero demonio con quien intentaba lastimarla, tal como había sucedido durante el accidente de hacía unas horas; cuando había lanzado a ese auto fuera del camino.
-Bien, vamos a apurar este asunto entonces -dijo- tenemos que hacer algo con Derek. No es nada seguro tenerlo con nosotros.
-¿Derek? -repitió Leian, arqueando una ceja- ¿sabes su nombre?
-No es como si fuéramos conocidos -replicó- ese legado me ha causado más problemas de los que cualquiera pudiera tolerar -masculló, viendo como Gabriel gruñía mirando a otro lado. Ellos no lo hablaban demasiado, pero ellos habían conocido a Johanna tanto como él. Incluso habían sido sus amigos, al igual que lo habían sido de los otros que habían caído en aquella noche oscura. Derek les debía a todos ellos.
-¿Qué esperas hacer, John? Ya lo atrapamos, no podemos soltarlo y dejarle el camino libre para que mi hermano se entere de esto -le recordó Leian.
-No lo sé, pero es peor tenerlo acá -dijo y apretó los dientes- aparte, no es como si realmente estuvieran llegando a algún lado, ¿verdad?
-No -tuvo que admitir Gabriel y Leian lo miró molesta, haciendo que el chico le lanzara una mirada defensiva- ¿Qué? ¡es la verdad!
-Todavía el interrogatorio no terminó -dijo la chica, evidentemente picada- y tengo mis maneras para conseguir información -dijo, en un tono tan oscuro que John no pudo menos que sentirse intranquilo. Sus ojos llenos de relámpagos no auguraba nada bueno para el pobre bastardo.
Aun así, John no quería que las cosas siguieran de esa manera. No en ese momento.
-Déjenme a mí encargarme de esto -pidió- yo puedo sacarle la información…
-John, no creo que sea una buena idea -dijo Gabriel- vos también lo sabes.
-¿Por qué quiero matarlo? Creí que habíamos dejado en claro que era lo que todos queríamos -comentó casi mordaz y el chico le lanzó una mirada ardiente.
-No se trata solo de eso -dijo, su mandíbula tensa- vos estás implicado emocionalmente. No es la idea más inteligente tenerte en la misma habitación que él…
-¡Todos están implicados cuando se trata de él! -exclamó John, señalando hacia la habitación- con su lengua va a encontrar como molestar a todos, no importa quien tenga al frente…
-Es una mala idea, John… -insistió Gabriel.
-¿Qué te hace pensar que a vos te haría caso? -le preguntó Leian, quien cruzaba los brazos en gesto calculador.
-Lo conozco… -murmuró- tengo una idea para quebrarlo -dijo, sintiendo una sensación agria en la garganta. Tenía un plan, pero no era de la clase amigable. Tampoco de la clase decente.
Leian lo miró dudosa, sospesando la idea con el seño fruncido. John le sostuvo la mirada en una conversación silenciosa, finalmente debatiendo todos sus argumentos.
-Como quieras -dijo- pero si no logras nada, me dejas a mí -replicó la chica.
-No te preocupes -le dijo el chico, volteándose hacia la puerta con aire taciturno- lo lograre mientras me sigan la corriente…


Asumir un papel era difícil, pero era la única oportunidad de John.
Entró en la habitación de un portazo, esforzándose por parecer sumamente enfadado. Su hermana pareció sorprendida, pero Derek lo observaba con diversión, como viendo a otra víctima a torturar.
-¿Vos vas a ser mi torturador ahora? -preguntó.
-Sí, -afirmó el chico, acercándose aun con aire salvaje. Sentía los ojos de los demás observándole, pero evitó hacer contacto. Si los veía no podría continuar.
“Si no te sientas, tampoco” le recordó una parte de su cerebro. Era cierto. Sus piernas comenzaban a temblar, quejándose del esfuerzo por mantenerlo parado. Estar así después de haber muerto no era la idea más inteligente. En un movimiento brusco, arrancó una silla de su reposo, colocándola con dureza frente a Derek, con el espaldar girado contra el legado. John se sentó encima, dejándose descansar sobre la madera.
-¿Qué te hace pensar que te va a ir diferente que a los otros? -preguntó.
-Porque yo te conozco, -afirmó el chico- sé cómo convencerte…
-¿Ah, sí? -preguntó el hombre- ¿Acaso recuerdas para quien trabajo, muchacho? El espíritu de la oscuridad no perdona y sus promesas de tormento no son solo palabras. ¿Qué podrías hacer vos que pudiera competir contra eso?
-No demasiado -tuvo que admitir John- pero puedo intentar -dijo y una daga respondió a su llamado, dibujándose larga y plateada en sus manos. Sus amigos se sorprendieron, sintiendo sus respiraciones contenerse a su espalda.
-John… -escuchó el murmullo de su hermana, pero él hizo oídos sordos a todo. Derek soltó una carcajada, para nada impresionado.
-¿Se supone que así vas a asustarme? -preguntó el legado- ¿amenazando con matarme? -inquirió.
-No -admitió él- porque vos y yo sabemos que no le temes a la muerte -dijo John y la sonrisa del hombre desapareció, con el nacido del Agua acercando su puñal hacia sus piernas, pasando la hoja por sus piernas- así que, ¿Por qué no vas hablando para ahorrarnos la sangre?
-No te atreverías a hacerlo -masculló Derek.
-¿Ah, no? -inquirió John, y el puñal se alzó, la punta comenzando a hundirse sobre su pierna. Derek soltó un gruñido, temblando mientras la primera gota de sangre escapaba.
-¡John! -gritó Gabriel a su espalda, pero el chico los ignoró.
-¿Qué crees que estás haciendo? -le preguntó Derek, su voz cargada.
-¿Qué estoy haciendo? -preguntó John, ladeando la cabeza- tal vez esto te de una idea -dijo y alzó su cuchillo, bajándolo a pique. Todos gritaron, incluso Derek, pero la hoja jamás tocó la piel. Se detuvo a solo medio centímetro, congelado en el aire- si no me dices todo lo que sabes, la próxima vez no me detendre, -prometió, adoptando su mirada más oscura.
-¡John! -gritó Lara- ¡¿Qué demonios estás haciendo?! -inquirió, pero su hermano le hizo un gesto con la mano, encomendándole que se tranquilizara.
-Solo estoy marcando los puntos con mi amigo Derek, ¿no es así? -preguntó al legado del fuego, cuya mirada de superioridad había sido reemplazada por una máscara de odio e inquietud.
-No tienes ese rasgo adentro, chico -murmuró, su voz temblando- vos y yo sabemos que no te atreverías…
-¿Estás seguro de eso? -preguntó John, ladeando la cabeza. Odiaba ese monstruo que estaba interpretando, cargando esa crueldad que él definitivamente no conocía, pero tampoco podía negar que era sencillo. Cuando se enfrentaba a otro monstruo como lo era Derek, era difícil seguir humano- porque no creo que te hayas olvidado de quien te hizo esas bonitas marcas, ¿verdad? -apuntó, señalando con el puñal las heridas de su rostro, poniendo la punta tan cerca de él que el legado del fuego la seguía a cada movimiento- recuerda que mataste a mis amigos, los amenazaste de nuevo hoy e intestaste matarme… -le recordó, volviendo su voz dura y helada como un hierro- no eres mi persona favorita, Derek…
-Vos sos uno de ellos -le recriminó el hombre, señalando a los de atrás- uno de esos honorables héroes de pacotilla que apenas tienen las agallas para defenderse. Sos un líder, un tipo con clase. No lo harías y lo sabes…
-Pareces muy seguro de lo que haría y lo que no -comentó John, jugueteando de nuevo con los cuchillos,- ¿Qué tal si hacemos un juego? -dijo, enderezándose sobre la silla hasta estar sentado sobre sus rodillas- yo lanzó cuchillos y vos hablas -dijo.
-¡John! -gritó Lara, esta vez avanzando, pero su hermano se giró a ella apenas escuchó los pasos.
-No, Lara, quédate al margen -le exigió, sin mirarla a los ojos para mantener su actuación- esto es entro los dos…
-Pero, John… -empezó, pero su novio la agarró del brazo y la hizo retroceder.
-Ven, Lara -le pidió, lanzando una mirada extraña a John, pero el chico los ignoró, volviéndose de nuevo hacia Derek.
-¿Listo para empezar? -preguntó y el hombre le miró con asco.
-Si crees que… -empezó a decir, furioso, pero John esta vez no lo dejó terminar. Con un movimiento rápido, lanzo su arma hacia abajo. Escuchó el grito contenido de todos a su espalda y el apenas suspiro de Derek antes de que la hoja se clavara sobre la silla, a solo milímetros del hombro.
-¡John! -exclamaron todos detrás.  
Derek tenía los ojos abiertos como platos, observando al cuchillo que a punto había estado de atravesarlo.
-¿Todavía sigues creyendo que bromeo? -le espetó el legado.
-¡John, tienes que detenerte! -exclamó Leian, su voz autoritaria.
-No, por fin estamos llegando a algo… -replico el chico.
-¡Esto ya es demasiado! -exclamó Lara, pero él se esforzó por ignorarlos, invocando un nuevo cuchillo y haciéndole bailar en sus dedos.
-Bien, ¿ahora vas a hablar? -preguntó John, mientras Derek lo observaba inquieto. El hijo del Espíritu Río sabía que había hecho su cometido. Si realmente hubiera herido a Derek no hubiera tenido ese resultado. Él sabía que había algo peor que la amenaza: la duda. La incertidumbre de hasta donde llegaría y el legado del fuego la estaba viviendo enteramente- ¿Qué sabes del plan del espíritu? -inquirió.
-¡Nada!
-Algo debes saber -insistió el chico,- no vas a seguirnos por nada…
-¡No estábamos siguiéndolos! -se quejó Derek, tomándolo por sorpresa.
-¿Ah, no? -inquirió el chico- ¿entonces que estaban haciendo? -preguntó, intentando que su interés no se desbordara.
-Tratamos de conseguirla a ella -masculló, mirando hacia Leian, quien se envaró.
-¿A ella? -repitió John, ahora totalmente sorprendido, y la socarrona sonrisa de Derek revoloteó por su rostro.
-¿Sorprendido, legado? -preguntó- ¿acaso no lo sabes?
-¿No sé que, Derek?
-Ella es la única que puede encontrar las armas que el Señor Oscuro robó. Están encantadas para eso…
-¿Encantadas? -repitió y Derek pareció ganar algo de sus agallas, mirándolo burlón.
-¿Vas a hacer preguntas estúpidas a cada palabra que digo, muchacho? Porque de ser así esto va a dudar mucho tiempo… -comentó, pero no terminó con la frase. El destello de un nuevo cuchillo y la hoja clavándose a solo medio centímetro de su entrepierna le ahogaron cualquier humor. Exclamó un chillido, encogiéndose mientras veía el arma.
-La próxima no va a ser en juego, Derek, te lo advierto… -dijo, viéndolo amenazador- ¿De que hechizo estás hablando?
-¡Ella podría contestarlo! -exclamó el hombre, nervioso, clavando la mirada en el Espíritu- ¿Por qué no lo cuenta usted, señora? -le espetó, haciendo que la mirada de ella se volviera aguda, pero no cambiando nada en su expresión. John se sintió engañado, con el enojo brotando de su pecho, pero se obligó a si mismo a ponerlo a un lado.
-Yo te estoy preguntando a ti -le espetó.
-¡Esas son armas mágicas, ¿entiendes, muchacho?! -le gritó- ¡armas peligrosas! -apuntó- ¿en serio crees que los demás Espíritus fueron tan estúpidos como para dejarlas sin otras defensas?
-Quieres decir que solo uno de los Espíritus puede encontrarlas, uno que no sea el del Fuego o la Oscuridad -adivinó y el hombre negó con la cabeza.
-¡No lo sé! ¡Nadie sabe que demonios sucede! Él solo la necesita a ella, no a otro cualquiera -masculló, casi con desprecio- quiere que la llevemos al norte. Con ella la búsqueda será sencilla -dijo y John lo pensó un momento, sospesando toda la información.
-¿Es todo lo que sabes? -le preguntó, colocando el cuchillo bajo su barbilla, y el hombre alzó la cabeza, asintiendo.
-¡Eso es todo! -exclamó- solo me buscaron a mí porque sabían que te encontraría a ti -dijo- y no falle -masculló.
-No, no lo hiciste -dijo, y con un movimiento rápido, le golpeó en la base del cuello, allí donde sabía que estaba ese punto sensible. El hombre se desmayo, desparramándose sobre la silla.
-¡John! -ahora gritó Lara,- ¿Qué demonios fue eso? -le espetó, acercándose furiosa y casi asustada. John odió ver a su hermana mirarle así.
-Era lo que debía hacerse -masculló- era la única forma para sacarle algo de información…
-Eso fue demente, John, -comentó Gabriel,- realmente no creí que lo ibas a hacer tan real…
-¿Vos sabías de todo esto? -preguntó su novia, girándose hacia él con los brazos en jarras.
-John nos había dicho a mí y a Leian para que le siguiéramos la corriente -le explico el chico- claro que no nos dijo que sería algo tan fácil, comportándose como un lunático…
-¡Tenía que ser creíble! -se quejó John.
-Eso fue más que creíble, John, fue… -dijo Lara, pero se interrumpió, haciendo una mueca. Aun así, su hermano entendió lo que quería decirle. Todo lo que había hecho, pese a ser una actuación, se había sentido real incluso para él. Alguna parte de él no había estado fingiendo. Alguna parte de él lo había aplaudido, pese a que hacía meses atrás esto le hubiera horrorizado.
Sin embargo, John sabía que no era la misma persona que hacía meses atrás, asi como tampoco era la misma persona que ayer. Partes oscuras de él habían cobrado vida después de Johanna, partes que habían clamado venganza y habían prometido torturas que él mismo se había despreciado de pensar. John no había querido pensar en ello, pero ¿Qué tal si el cambio era peor de lo que imaginaba? ¿Qué si se estaba envenenando como todos aquellos a los que se enfrentaba?
Para hacer lo que había hecho tenía que tener los nervios fríos, y John jamás lo había sentido tan helados. ¿Podría haber sido más que una actuación incluso para él?
-Dejaremos esa discusión para otro momento -dijo Gabriel, como si supiera lo que pasaba por su mente- ahora hay que librarnos de él y ver cual será nuestro siguiente movimiento…
-Tenemos que dejarlo lejos de aquí -apuntó Leian y el chico asintió.
-Yo me encargo de eso -prometió y se giró hacia su novia- ¿venís conmigo? -pidió y la chica titubeó, mirando a su hermano. Era claro que quería hablar con él- dale, -insistió- necesito que alguien me acompañe -pidió y la chica suspiró, rendida.
-Está bien -aceptó y el chico asintió.
-Vamos a hacer esto rápido entonces -dijo, acercándose a Derek para separarle de la silla. La chica volvió a lanzar una mirada dudosa a John, y se acercó a ayudarle.
-Yo los esperare en el otro cuarto -dijo John, contento de poder tener una escusa para salir, y los chicos asintieron. Cruzó una mirada de agradecimiento con Gabriel y salió de la pieza.
Al momento sus fuerzas parecieron abandonarlo, derrumbándose con torpeza sobre el suelo. el cuerpo le temblaba como una hoja, exhausto como si hubiera corrido una maratón de kilómetros en vez de haber hecho preguntas. Con su brazo sacudiéndose, se puso de pie, trastabillando y tropezando hasta llegar a la cama. Dejó caer la cabeza entre los brazos y se dejó estar, su cuerpo aun agitándose como si fuera presa de un terremoto.
-¿Estás bien? -preguntó una voz, asaltándole. Levantó la vista y se encontró a Leian mirándolo, sus ojos luciendo casi preocupados. El chico se envaró, esforzándose para que los temblores se detuvieran.
-Sí, solo estoy cansado… -dijo. Mirándola todo lo que había sucedido se le venía a la mente. Desde el momento que despertó y que Lara le dijo que le debía la vida, hasta hacía solo unos minutos, cuando se enteró que ella se había guardado parte de la información; todo se agolpaba en su cabeza- ¿vos también vas a molestarme por lo que hice? -le espetó y la chica arqueó una ceja, no pasándole desapercibida su hostilidad.
-Creo que todos dejamos lo suficientemente claro que eso fue demasiado. No es mi trabajo seguir agregando cosas… -replicó.
-Pero lo es el contarnos las cosas -apuntó el chico- ¿Por qué nunca nos dijiste nada sobre ese hechizo, o lo que sea, que Derek estaba hablando?
-No me pareció necesario -le espetó la chica.
-Muchas cosas no te parecen necesarias -comentó el chico.
-Porque no lo son -afirmó ella y un cruce intenso de miradas se encendió entre ellos, finalmente ambos corriendo la mirada- hay cosas que no entiendes, John Grey. Mientras menos sepas mejor va a ser para vos…
-Deberías dejarme a mí decidir eso -recriminó él.
-No -lo rechazó la chica y su mirada encendida fue suficiente para John. La miró furioso.
-¿Sabes una cosa? -dijo- para ser alguien inmortal, no aprendiste lo más importante de la supervivencia.
-¿Qué cosa?
-La confianza en tu grupo -dijo y la chica pegó un respingo- no vas a llegar lejos si no empiezas a tomar riesgos…
-No hables como si me conocieras -le cortó ella, echando chispas- no sabes las cosas por las que he pasado…
-Podrías contármelas -le cortó él, la chica sacudiendo la cabeza y mirando a otro lado con los labios apretados- ¿eso sería tan malo?
-He acabado con este tema -sentenció la chica, partiendo hacia la puerta y abriéndola de un tirón, solo para detenerse al último segundo, suspirando y quedándose de espaldas a él- me alegra que estés bien, John, pero no puedo lidiar contigo ahora -dijo.
-Vuelves a decirlo como si fuera algo malo -comentó el chico- el salvarme… -apuntó y la chica lo miró por encima del hombro, con aquellos duros ojos grises.
-Eso trató de averiguar -masculló y salió, dejándolo al chico en un vacío.

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